Piel con piel.


Puedo notar cada músculo de tu espalda apoyada en la mía,

tu respiración lenta, pausada, fría.
Tu olor que tantas veces me embriagó los sentidos y que hoy sólo duele.
Alargo tus manos hacia atrás buscando encontrar las tuyas
y éstas se deslizan huyendo en mayor silencio que el que me donan tus labios.

Estamos piel con piel y te noto tan lejos…

La vida renace.

Me he vuelto madera, madera porosa,
tronco inerte cubierto de un sin fin de grietas imperceptibles
dónde se van colando lentamente tus palabras alimentando mi savia.

Piel áspera que exuda la humedad de un interior
con más vida de la que representan las ramas mustias
que mecen la cálida brisa..

Fortaleza y rigidez, energía silenciosa.

Verdes brotes que asoman tímidamente
empujando la vieja corteza que me cubre…

Y pierdo todo resto de viejos incendios,
las cenizas se precipitan hacia mis raices
retroalimentándome,
y la vida corre hasta la punta de cada una de mis hojas
y pasan a ser suaves gotas de rocío.

La vida renace.